La aparición de un gran cometa es, sin duda, uno los fenómenos celestes más espectaculares que puede contemplar el ser humano a simple vista.

A ésto se suma el factor sorpresa: cada año se descubren nuevos cometas.
Qué son y de dónde vienen los cometas
Desde la antigüedad, y hasta no hace mucho tiempo, los cometas han inspirado miedo y desconfianza a la humanidad. Se les consideraba portadores de desastres que estaban por llegar, incluso del fin del mundo.

Afortunadamente la ciencia nos ha desvelado un poco más la naturaleza de éstos increíbles astros.
Se sabe que proceden de las regiones periféricas del sistema solar, probablemente de la región conocida como la nube de Oort, en los límites del sistema solar, a casi un año luz de distancia del Sol.
Suelen tener tamaños muy discretos en comparación con los planetas (estamos hablando de núcleos sólidos del orden de unos pocos kilómetros de diámetro) y están rodeados de gran cantidad de partículas de polvo y gas. Éstas partículas son las que bajo el influjo del viento solar se proyectan al espacio cuando el cometa se acerca al sol, creando las espectaculares colas que los caracterizan.

Hacen recorridos muy distintos, unos de otros, de forma que mientras algunos tienen órbitas cerradas (elípticas) y por tanto pasan periódicamente por las cercanías del Sol, otros las tienen abiertas (parabólicas o hiperbólicas), acercándose una sola vez para perderse en la inmensidad del espacio.
Observando los cometas
Cuando un cometa se hace visible a simple vista, suele tener un tamaño aparente en el cielo bastante grande, pudiendo mostrar una cola (siempre en dirección opuesta al sol) que puede abarcar varias constelaciones.
Es en éstas circunstancias cuando el mejor instrumento para observar un cometa son unos prismáticos o una cámara fotográfica con teleobjetivo.
¿Y los telescopios? resulta que tienen un campo demasiado reducido como para visionar en todo su esplendor el núcleo y la cola completa, sirviendo únicamente para ofrecer un detalle de la cabeza o para seguir al cometa cuando, por hallarse lejos, tiene un tamaño aparente pequeño.
Un cometa visto al telescopio se muestra como una estrella más o menos difuminada con un cierto color:

El cometa más observado de la historia
El famoso cometa Halley es el más conocido de todos. Es un astro de tipo periódico (órbita elíptica) que se aproxima a la tierra cada 76 años, ofreciendo, generalmente, un aspecto muy interesante.
Al estudiar documentos antiguos han sido encontradas referencias a sus pasos hasta el año 466 antes de Jesucristo, convirtiéndose, por tanto, en el cometa más observado.

Fue asimismo, el primer cometa identificado como periódico y el primero del que se calcularon sus elementos orbitales, lo que consiguió Edmund Halley en 1682 al formular la primera predicción de su próximo paso, lo que se cumplió en 1758, cuando su autor hacía ya varios años que había fallecido
Frecuencias de paso habituales
Actualmente se localizan un promedio de vente a treinta cometas por año, sin embargo, son muy pocos los que llegan a ser visibles a simple vista y que adquieren trascendencia pública.
Tan sólo uno cada cinco o diez años llega a ser suficientemente espectacular como para que los medios de comunicación se dignen a dar noticia de su presencia.
De los demás, el aficionado puede tener conocimiento mediante los boletines u órganos informativos de las asociaciones astronómicas que suelen dar cuenta de aquellos cometas asequibles a medios modestos.
Si tienes un telescopio medianamente potente (de 150mm de apertura en adelante) tendrás acceso a observar una media de 3 o 4 cometas simultáneamente a lo largo del año. Son muy tenues (del orden de la magnitud 9) aunque con fotografía en ocasiones muestran colas sorprendentes.
La magnitud o brillo de un cometa
La magnitud luminosa de un cometa (su brillo) es difícil de calcular dado su aspecto difuso. Cuando en unas efemérides se especifica el brillo que llegará a tener, te recomiendo que acojas esa información con reservas ya que raras veces coincide lo previsto con la realidad.
Además, algo que se suele olvidar es que las magnitudes que se dan son globales y equivalen a la magnitud que tendría el punto en el que se concentrara la luminosidad total del astro (cabeza y cola incluidas).
Por ello, la magnitud de un cometa sólo coincide con la escala de magnitudes estelares cuando se halla lejos (cuando es más puntual).
El impredecible brillo de los cometas
Por otra parte, cada vez que un cometa pasa cerca del Sol, pierde una buena parte de su masa total, lo que permite suponer que no debe ser muy elevado el número de veces que se acerca. La pérdida es debida a la difusión al espacio de las partículas que componen la cola y a la fragmentación del núcleo, lo que sucede en muchas ocasiones cuando «ya está muy gastado» y sufre la fuerte influencia gravitacional de un planeta cercano o del propio Sol.

Ésta fragmentación produce grandes sorpresas a los que observamos cometas dado que provoca cambios inesperados en su brillo, con picos luminosos que a veces son sorprendentes.
Los cometas y su conexión con las estrellas fugaces
La fragmentación de un cometa da lugar a la distribución en su misma órbita de pequeños cuerpos pétreos formando grupos (enjambres) o estando más o menos aislados.
Algunos cometas han llegado a fragmentarse totalmente, como fue el caso del cometa Biela, que en 1846 dividió su núcleo en varios trozos; a su siguiente paso estaba mucho más fragmentado y ya no volvió a verse en los sucesivos pasos (1859 y 1866).

En 1872 la Tierra cruzó la órbita del cometa por un punto cercano a donde hubiese estado Biela de haber existido; en tales comentos se produjo una impresionante lluvia de estrellas, prueba evidente de que la mayoría de éstas partículas que aparecen súbitamente por la noche son residuos cometarios.
Telescopios y prismáticos recomendados para ver cometas
La observación de un cometa no requiere de otros medios distintos a los que se usan para la observación de objetos de cielo profundo tenues como nebulosas, galaxias o cúmulos.
Te recomiendo utilizar, sobre todo, unos prismáticos de 7×50 (7 aumentos y 50mm de apertura), o mejor aún, 8×60 o incluso 11×80. Éstos últimos son unos extraordinarios aparatos que permiten ver el cometa con gran luminosidad y con sensación de profundidad (irreal, claro, pero sorprendente).
A nivel de telescopios, te recomiendo echar un ojo a aquellos que recomiendo en éste artículo para objetos de cielo profundo.
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